Hay que estar atentos a los cambios del viento y anticiparlos. También la intensidad de la lluvia es un factor a considerar, además de los espacios por donde se camina. A veces, por más que uno se esfuerce, algunas gotas logras resbalar por tu rostro. La lluvia arrecia y el viento se arremolina ensañándose contra uno. Entonces, el paraguas se vuelve frágil, inútil, y lo dejas ir, como el recuerdo de una mala noche, y en cambio miras al cielo y agradeces que la lluvia se lleve también tu pena.
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Historia de Sergio Vega Ortega "Un maestro del paraguas"
ResponderEliminarInteresante y simbólico texto, que empieza como una guía de instrucciones y hacia el final se descubre su emocionalidad.
ResponderEliminar¡Muchas gracias Hefu por ver, se repetiran este tipo de textos!
EliminarQue bueno que es ese texto
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